Tiene 202 años de vida. Por sus aulas han pasado muchos de los próceres de la historia de nuestro país. Está en el corazón de Santiago y fue allí donde se incubó la “revolución pinguina”.
El Instituto Nacional José Miguel Carrera es “el colegio de Chile” por historia, por influencia y por su carácter meritocrático. Fundado el 10 de agosto de 1813 durante el gobierno de José Miguel Carrera, en el periodo histórico que se denomina Patria Vieja, es el segundo más antiguo del país, sólo superado por la Escuela Superior de Hombres N° 1 de Rancagua (que hoy se llama Escuela Municipal Moisés Mussa). El edificio actual del Instituto Nacional, que implicó la demolición del antiguo recinto, se despliega en la manzana que comprenden las calles Arturo Prat, Alonso de Ovalle, San Diego y el pasaje Juan N. Espejo, que lo separa de la Casa Central de la U. de Chile. Diseñado en la década sesenta por el arquitecto José Llambías Merchant, quien ganó un concurso público en el que participaron más de 130 proyectos y que tuvo como jurados a destacados arquitectos de la época, esta edificación es un gran ejemplo de arquitectura moderna. Tiene 40.000 m2 distribuidos en seis niveles, su material principal es hormigón armado y eso le ha permitido enfrentar de buena manera los terremotos de los últimos treinta años.
Por las aulas del Instituto Nacional han pasado 18 presidentes de Chile, un presidente del Perú, dos Premios Nacionales de Arquitectura, cuatro de Arte, trece de Literatura, uno de Música, tres de Historia, tres de Ciencias Exactas, uno de Medicina y cuatro de Periodismo. Y si uno intenta narrar los momentos memorables de esta institución, hay que hacer un serio esfuerzo por sintetizar. Veamos. El 10 de agosto de 1813 se llevó a cabo en la sala del Museo de la Real Universidad de San Felipe (ubicada en el solar que ocupa en la actualidad el Teatro Municipal) la apertura del Instituto, a la cual asistieron las autoridades de gobierno y los vecinos más importantes de Santiago.
En 1842 asume como rector un muy joven Antonio Varas, quien aprueba la construcción de un nuevo edificio para el colegio en la manzana de Alameda, San Diego Vieja y Nueva, que en aquel entonces no era una manzana propiamente tal, pues al no existir la actual calle Alonso de Ovalle las construcciones existentes colindaban con chacras y potreros. En 1850 el Instituto deja el colonial edificio de calle Catedral y se instala en sus nuevas dependencias de calle San Diego. En 1863 asume la rectoría Diego Barros Arana, el impulsor de una de las reformas educacionales más importantes del siglo XIX. Nos saltamos a 1988, para el aniversario número 175, cuando Correos de Chile decide homenajear al Instituto Nacional con una estampilla y eso lo convierte en el primer establecimiento escolar en recibir dicho honor. Finalmente, el 13 de junio de 2005 se produce una breve toma del Instituto, que sería la antesala de la denominada “revolución pingüina” de 2006. ¿Todavía le cabe alguna duda de la importancia estructural que ha tenido este colegio en la historia de Chile?