“Durante las noches, caballeros cruzados se baten en duelos de espadas a la vista de los turistas, mientras un hechicero ataviado como Merlín asoma por la torre principal. Música de gaitas y el crepitar de las fogatas ayudan a completar la atmósfera artúrica del Castillo de Agua Clara. Fortaleza que no se ubica en Europa, ni fue construida en el Medioevo, sino en las cercanías de Placilla, Región de O´Higgins”, dice en su artículo Diego Escobedo, estudiante de Periodismo que ha investigado la ruta de los castillos en Chile y quien, además, es responsable de las fotos de esta columna. Construido por Alejandro Caerols, muchos lo apodan el “castillo escondido”, dada su aislada ubicación y por el hecho de que son pocos los turistas que han tenido la suerte de conocerlo. Y es que su dueño ha optado por no darle difusión al que considera su “proyecto de vida”, más allá de los tours que organiza directamente con hoteles de la zona. Pero Caerols no fue el único que quiso convertir un pedazo de la Sexta Región en la Edad Media, agrega Escobedo. No muy lejos de Agua Clara, en la comuna de Peralillo, se ubica el Castillo Lihueimo. Construido a comienzos del siglo XX por la familia Errázuriz (descendientes del presidente Federico Errázuriz), consta de veinte habitaciones y es la casa principal del fundo. Quienes se acercan a tomar fotos no divisan a caballeros con yelmo y escudo custodiándolo, pero sí a un par de huasos de camisa y chupalla. Según lugareños, el castillo Lihueimo fue levantado sólo por un trabajador que se demoró 19 años en terminar sus más de 400 metros cuadrados. Sin duda, dos sorpresas con aroma medieval a poco más de dos horas de Santiago. Como sacado de un cuento de hadas.