No logro acordarme quién me dijo esta frase, pero me marcó. “Las grandes ciudades lo son en la medida que tengan una amplia oferta de panoramas gratuitos”. Desde ese día llevo una especie de inventario mental de todo lo que sucede en Santiago, mientras sea interesante, entretenido, aporte a sus ciudadanos y cueste cero pesos. Antes de ejemplificar, permítanme argumentar. La frase, la reflexión, tiene absoluto sentido. Si hay algo que le duele a una urbe, es la segregación.
Algo de lo que adolece nuestra capital, especialmente en cuanto a cantidad de áreas verdes por habitante, seguridad, acceso a servicios y -recordando a Til Til- espacio dedicado a vertederos. Es injusto. Es doloroso. Y es una de las tareas titánicas que la capital de Chile tiene por delante: romper día a día esa discriminación urbana. Por eso, alegra constatar cómo han proliferado de manera espectacular las oportunidades de acceder gratuitamente a la cultura, la diversión, a tomarse la ciudad y gozarla sin tener que pagar por ello. El panorama gratuito es un atajo a la igualdad, un espacio para el encuentro, una plataforma democrática de acceso a bienes intangibles. ¿Qué ha pasado? Algo potente: tanto el Estado como los privados han entendido la importancia de financiar la cultura y de potenciar nuestro vínculo con la ciudad. Ya sea creando centros culturales de envergadura como el GAM o de formato medio en decenas de comunas, o patrocinando festivales y exposiciones como parte de una nueva política de Sustentabilidad o de RSE, gobiernos y corporaciones han permitido que las ideas de artistas, creativos, organizaciones ciudadanas y emprendedores tengan espacios y presupuesto para desarrollarse.
Es un círculo virtuoso, pues los habitantes de Santiago viven cada vez más en departamentos y buscan la densidad urbana, entonces necesitan el panorama que les ofrece la calle en su sentido más amplio. Hay más demanda y hay más oferta. Vamos a los ejemplos. El Festival Hecho en Casa terminó de hacerse famoso este año con el pato de la Quinta Normal. Durante once días, artistas de Chile y el mundo desarrollaron intervenciones urbanas en el Paseo Bulnes, Lastarria, el frontis del MAC y la torre Entel. Todo espectacular. Todo gratis. Tres años lo financió la Intendencia Metropolitana y hace dos años corre por cuenta de Entel. ¿Quién gana? Todos, pero especialmente los habitantes de la ciudad. Sigamos. Hace dos semanas hubo un tremendo carnaval en la Alameda, en el cual desfilaron más de 50 comunas de la Región Metropolitana frente a un público que repletó la calle. Gratis. La semana pasada tuvimos el Kuzefest, festival de luces que proyectó preciosas imágenes sobre el frontis del Bellas Artes y otros lugares ícónicos de Santiago. Lleno total. Y gratis. El domingo pasado fue el Día de Patrimonio Cultural para niños y niñas. Gratis. Pocos días atrás tuvimos decenas de museo abiertos hasta medianoche. Gratis. Ayer y hoy en el barrio Franklin se está realizando el primer Festival “Matadero Santiago Jazz”. Gratis. Durante dos semanas y hasta el lunes hay 17 escultores trabajando mármol en vivo en el Parque de las Esculturas. Gratis. Para qué hablar de las extraordinarias exposiciones que hemos tenido este año: Andy Warhol y La revolución de las formas en el Centro Cultural La Moneda, Yoko Ono y Federico Assler en el Centro de la Artes 660; o notables muestras que podemos ver en este momento, como Tótila Albert en Sala Gasco, Roberto Matta en el Centro Cultural El Tranque, la Bienal de Artes Mediales en el Bellas Artes, “Colección + Colecciones” en el MAC de Parque Forestal, “Ganadores de Fotoprensa” en el Centro de Arte Contemporáneo de Cerrillos, el arte urbano de Cekis en Galería Lira y la muestra de Arte al Límite en Fundación Telefónica. Gratis. Hay también cine gratis en la Galería Patricia Ready y la Cineteca Nacional o galerías públicas como la Posada del Corregidor y la Galería Gabriela Mistral. Hay tanto de lo bueno y que cuesta cero. Y hay que aprovecharlo. Santiago tiene desafíos y mucho por mejorar, es cierto, pero en cuanto a su oferta de cultura gratuita, es una tremenda ciudad.