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El palacio que dejará boquiabiertos a los santiaguinos

Una fantástica historia de recuperación patrimonial. Una familia de Punta Arenas que decide invertir casi diez años de tiempo y dinero para que una mansión abandonada de Santiago se convierta en un centro de las tradiciones y la cultura de la India. Le presentamos el Palacio Hindustán.

Rodrigo Guendelman

Me veo obligado a partir este artículo hablando en primera persona. Porque éste es, ante todo, un texto que involucra sensaciones, además de datos históricos y patrimoniales. El año pasado, al término de una conferencia de temas urbanos, se me acercó una mujer alta y de piel muy blanca, me saludó en un extraño español y me dio una tarjeta. Le entendí palabras como palacio, India y Avenida España, pero no mucho más. Su origen extranjero y su incipiente dominio de nuestro idioma, además del ruido ambiente, impidió que el mensaje fuera más claro. Pero eso contribuyó a la curiosidad. Semanas después, llegué a la dirección que indicaba la tarjeta y lo que vi me dejó boquiabierto. En la calle España esquina Domeyko, una mansión que llevaba años abandonada se había transformado en un palacio completamente restaurado. Si mi impresión desde la calle fue grande, cuesta explicar lo que viví cuando Vera Voytova, la mujer rusa de la piel alba, la actual directora de este espacio, me invitó a pasar. Todo había sido restaurado. Los cuatro pisos de la gigantesca casona brillaban, y el contenido era más sorprendente aún: un piso entero dedicado a las cuatro religiones principales de la India; una biblioteca con textos desde yoga hasta comida típica pasando por el Kama Sutra; una sala con inmensas maquetas que reproducen los principales íconos de India, como el Taj Mahal; todo decorado con cientos de objetos traídos desde ese país, sin ningún detalle dejado al azar.
Se trataba, se trata, del Palacio Hindustán, el cual si bien no ha sido aún inaugurado, está absolutamente listo para abrir sus puertas en cualquier momento. Y lo fantástico es que este espacio para las tradiciones, las artes, la gastronomía, la religión y todo lo relacionado con la cultura india será de acceso público, con mucha participación de la comunidad.
Antes de avanzar, retrocedamos un poco en el tiempo. Dejemos que el arquitecto Waldo González, encargado de la restauración, nos cuente sobre el origen del edificio.

-Waldo, ¿qué era esta mansión antes de transformarse en el actual Palacio Hindustán?
“El proyecto de esta mansión fue concebido por el arquitecto Giuseppe Zara Manfredini entre los años 1915 y 1916, construido por encargo de don Giovanni Battista Moggia Solari, próspero industrial y comerciante italiano arraigado en Chile desde 1879. Su estilo está inspirado en La Belle Époque francesa. Moggia, quien se hizo del terreno en 1912, fue dueño de la casona desde su construcción hasta el año 1926, que pasó a manos de don Felice Corte Da Forno, constructor italiano de ferrocarriles y alcantarillados, de enorme importancia en las actividades de la colonia. Después de varios propietarios a lo largo del siglo, pasa de la familia Harlowe Infante a don Sergio Nandwani Vaswani, inversionista de ascendencia india, quien compra el inmueble. Tras su abandono hasta el año 2009, fecha en que comienza la restauración, la casona sufre múltiples y severos daños, incluyendo un incendio provocado por una toma okupa. En 2017 finaliza su remodelación”.

– ¿Qué buscó la familia mandante respecto de la restauración y la remodelación?
-En primer lugar, una oportunidad para rescatar una obra de interés histórico-patrimonial:  la arquitectura de La Belle Époque chilena. Uno de los principales objetivos fue proteger y conservar la idea original del proyecto de Giuseppe Zara Manfredini. Finalmente se buscó rehabilitar el espacio para abrirlo al público e integrarlo a la cultura de la India a través de sus distintivas y coloridas formas decorativas.

– ¿Cuánto tiempo duró el proyecto y qué fue lo más desafiante?
– El proyecto en total duró alrededor de 8 años, constituido principalmente por cuatro etapas. La primera gravitó en la investigación de la historia de la casona y los componentes de su estilo. La segunda etapa implicó buscar y conseguir los materiales adecuados para conformar la restauración. La tercera etapa estuvo en función de arreglar las partes dañadas de la estructura del edificio y, finalmente, la cuarta, consistió en la importación e implementación de todo el ornamento distintivo de la cultura relativa a Indostán.

– ¿Qué le parece que una familia de origen indio de Punta Arenas se haga cargo de un edificio patrimonial en Santiago para darle un uso como centro cultural?
-Me parece admirable que la familia Nandwani Vaswani, de procedencia extranjera, rescate, respete y conserve parte de la historia material que va quedando en esta ciudad trastornada por políticas desreguladas y corruptas, por proyectos de inversión que no apuestan a la calidad de vida del ecosistema urbano; a la vida social y a la educación civil. Proyectos que han ido borrando del mapa la memoria, por la esquizofrenia de vivir en un territorio secuestrado, por el olvido, doy gracias a iniciativas como ésta, de conservación histórica e integración, en este caso a través del desarrollo de un centro cultural abierto a todas las comunidades.

– El palacio está lleno de rincones que sorprenden. ¿Hay algunos que sean sus favoritos?
– Diría que en cada uno de ellos hay una intención para un recorrido, en cada uno de ellos una sorpresa. Uno de mis favoritos es la escalera estrecha que conduce a la cúpula del 4°piso. Es tan inesperada, casi como un secreto, dirigida a la altura al encuentro con deidades y a la vista panorámica de la terraza. Otro lugar es el pequeño espacio de los espejos, o bien el subterráneo de luces. Creo que todos son favoritos de alguna u otra manera.

Volvamos ahora a las emociones. En una nación donde el poco respeto a nuestro patrimonio es pan de cada día, donde se prefiere botar en vez de preservar, donde la demolición es casi siempre la alternativa que triunfa sobre la recuperación, enterarse de que hay una familia que estuvo dispuesta a salvar un inmueble de tanta belleza arquitectónica, invirtiendo infinidad de recursos, tomándose casi una década para ello, y que además esta familia, los Nandwani, ni siquiera son de Santiago sino que viven hace un siglo en Punta Arenas, es para llorar de alegría. Todo aquí impresiona, entonces. El tamaño del inmueble, la belleza de la construcción, el tiempo dedicado a restaurar, el interiorismo que potencia la estética oriental, la inversión que hay de por medio, la generosidad de personas que están dispuestas a que esta joya del barrio República sea de acceso libre. Todo es en grande. Sin fijarse en pequeñeces. Y eso hay que aplaudirlo. Eso hay que gritarlo a los cuatro vientos. Para que muchos más, cada uno a su manera y en la medida de sus posibilidades, aporte para que Santiago salve sus joyas históricas. Y, de paso, para que la ciudad no sólo recupere un edificio con un tremendo relato, sino que se transforme un espacio vivo, como ocurrirá con el Palacio Hindustán. Apenas abra, aquí se podrán realizar clases de danza de la India, yoga, meditación, habrá un restorán de comida india (obvio), clases, cursos, talleres, eventos y mucho más.

Termino este artículo como lo empecé. Hablando en primera persona. Quiero dar las gracias a esta familia de Punta Arenas por el hermoso regalo para Santiago. Ustedes, los Nandwani, nos han dado un ejemplo. Y, además, han vuelto a confirmar por enésima vez que no hay nada mejor para un país que la inmigración.

Nos vemos en el palacio apenas abra.

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Alguna vez te has preguntado de qué se trata esta impresionante casa? Te contamos. La familia Nandwani, de origen indio y quienes llegaron como inmigrantes hace un siglo a Punta Arenas, decidieron hacer un aporte para difundir la cultura de la india y, al mismo tiempo -pero en otro lugar- crear un espacio para que la familia pudiera pasar sus días cómodamente en Santiago cuando vinieran por negocios o placer. Entonces compraron una destartalada mansión en el barrio República, que en marzo será inaugurada con el nombre de #PalacioHindustan (de acceso público) y, al mismo tiempo, construyeron esta gran casa en el cerro San Luis de la comuna de Las Condes. Esta nueva mansión es para uso privado, pero existe la posibilidad de realizar eventos en el lugar. Para cualquier información adicional, debes preguntarle a la persona que está etiquetada en la foto.

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