Tal vez leyó la noticia o, como sucede con la excesiva información disponible, la dejó pasar. En el último censo, el de 2012, uno de los datos más sorprendentes fue el crecimiento de habitantes de la comuna de Santiago. “Santiago Centro aumenta su población en 96 mil habitantes y es la comuna que más personas sumó en diez años” decía un artículo. “De 214.159 en 2002 a 308.027 en 2012, una variación de un 43,8%”, complementaba otro. Una tremenda noticia, pues habla de una tendencia que acaba de darle título a un libro recién lanzado: Infilling. Un concepto anglo que se puede traducir como “crecimiento hacia dentro de la ciudad o la hiperconcentración de personas en los centros urbanos con más actividad, lo que a su vez es producto del interés por perder menos tiempo en los traslados cotidianos”, explica Iván Poduje, uno de los autores del texto, junto a Nicolás Jobet y Juan Pablo Martínez. Era que no. El mismo censo mostraba cómo nueve de las comunas más pobres y habitadas de la capital perdieron población en los últimos diez años. “Quienes en su adolescencia viven en los suburbios de la ciudad, después, cuando les toca escoger dónde vivir, tienden a localizarse en los centros de las ciudades. Eso porque en su experiencia vital están presentes todas las dificultades que tuvieron antes para acceder a bienes, servicios, oportunidades y recreación», dice Genaro Cuadros, director del Laboratorio Ciudad y Territorio de la UDP. Piénselo bien. ¿Qué prefiere usted, una casa en medio de la nada que además implica un traslado diario de tres horas entre ida y vuelta, o un departamento a pocos kilómetros de su trabajo y en un barrio con plazas, parques, cine, tiendas, museos y muchos servicios? La respuesta se refleja en el tremendo dinamismo que hoy tiene el centro de Santiago. Y, por supuesto, en las decenas de edificios que allí se han levantado. Densificación vertical le dicen los especialistas. La que “cuando va acompañada de un desarrollo urbano armónico, democratiza el acceso a las oportunidades y beneficios que entrega la ciudad, poniéndolos a disposición de un mayor número de personas y a un menos costo social”, escriben en el libro “Infilling”. Soy un acérrimo defensor de las torres que se han construido en Santiago Centro. Es cierto que la mayoría de ellas son arquitectónicamente pobres, que han roto la escala de barrios históricos y que su relación con la calle muchas veces está mal planteada, pero los beneficios que han otorgado son inmensos. Siempre que escucho críticas a los edificios del centro, éstas provienen de gente que vive en comunas ricas, esas que son tan lindas como egoístas pues prohíben la densificación. Y siempre pienso en el ejemplo de un hombre divorciado, una pareja sin hijos o una persona soltera, que en vez de vivir en una casa de Puente Alto, San Bernardo, Cerro Navia o La Pintana, muy lejos de sus lugares de trabajo, hoy pueden arrendar o comprar por menos de 1000 UF un departamento en la comuna de la Región Metropolitana que tiene el mejor alcantarillado, parques notables como el O´Higgins, museos gratuitos como el Bellas Artes, el MAC o el Histórico Nacional; paseos como el Cerro Santa Lucía, restaurantes ricos y baratos, espectáculos públicos y hasta una flamante plaza de armas con wi-fi libre de pago. Hoy vivimos una transición demográfica que pasa de la expansión descontrolada producto del crecimiento demográfico, cuyo ejemplo más patético fue el gueto construido en Bajos de Mena (Puente Alto), al infilling, fenómeno que es sintomático del menor aumento demográfico (en el censo del 2002 pasamos de 4,2 a 3,7 habitantes por vivienda) y que se expresa en el departamento de la comuna céntrica. Si a eso sumamos el dramático aumento en los tiempos de viaje (en 2025 la velocidad de circulación caerá de 32 a 20 km/h), el temor a delincuencia (que es mucho mayor en casas) y la escasez de terrenos en zonas centrales, pocas dudas caben: la ciudad cambió, nosotros cambiamos y es hora de empezar a leer los datos para comprender el nuevo paradigma. Hoy manda lo céntrico, la construcción en altura, los hogares no tradicionales dirigidos por mujeres, solteros y separados; hoy la expansión de la ciudad cual mancha de aceite está en retirada y lo que se consolida y crece es la densificación. Una que, sin duda, debemos estudiar en profundidad para hacer de nuestra ciudad un lugar cada vez más vivible. Y querible. Si quiere saber más, es fácil: www.infilling.cl