Cincuenta años. Eso cumplen este 2017 las torres de Tajamar, uno de los proyectos arquitectónicos más importantes en la historia moderna de Santiago y la excusa para hablar de dos nombres fundamentales en el desarrollo urbano de la capital de Chile: Fernando Castillo Velasco (1918-2013) y Oscar Prager (1876-1960). El primero, mucho más conocido, fue parte del estudio de arquitectos Bresciani, Valdés, Castillo, Huidobro (BVCH), responsables de las cuatro torres de Tajamar, de las cuales una sería la más alta de Santiago: 28 pisos, verdadero rascacielos para el Santiago de los años sesenta. Un proyecto de antología que se atrevió a girar el conjunto completo de edificaciones en 45 grados con respecto a la trama urbana existente, que apostó por edificios con vocación de esculturas y que, además, buscó a través de una serie de espacios colectivos que las torres fueran, justamente, un ejemplo de vida en comunidad. Esta oficina de arquitectura fue autora, también, de la Unidad Vecinal Portales y la Universidad Técnica del Estado, hoy Universidad de Santiago, notables ejemplos de arquitectura moderna a nivel continental. Su socio más reconocido, Fernando Castillo Velasco, se convirtió en el primer rector de la Universidad Católica que no era sacerdote, cargo que tuvo desde 1964 hasta 1973. Fue también alcalde de La Reina en varios períodos, Intendente de Santiago a mediados de la década noventa y autor de más de 40 viviendas comunitarias, hoy conocidas como las “Comunidades Castillo Velasco”, en Peñalolén, La Reina, Las Condes, Santiago, Ñuñoa, Huechuraba, La Florida y Concón. Un gigante de la arquitectura comprometida con la ciudad, un prócer de los proyectos colectivos y el alcalde que ayudó a Violeta Parra con un terreno para que pudiera instalar la famosa carpa donde vivió sus últimos días. ¿Y Oscar Prager? ¿Cómo se cruza con Castillo Velasco este paisajista y urbanista nacido cuarenta años antes que él? Muy simple: el parque que remata en las torres de Tajamar, y que fue fundamental para definir la propuesta arquitectónica y urbana de la oficina de Castillo Velasco, es el Parque Balmaceda, que antes se llamó Parque Gran Bretaña y que primero fue el Parque Japonés, diseñado íntegramente por Prager. “Nosotros nos planteamos que esos edificios debían ser esculturas dentro del parque y, por tanto, tener transparencias hacia la cordillera y juegos de altura para que aparecieran como objetos escultóricos”, explica Castillo Velasco en el libro “Umbral Metropolitano, reflexiones en torno a las torres de Tajamar”, recién publicado y muy recomendable. Para la oficina de Castillo Velasco era imposible concebir el diseño de las torres si no era desde la presencia que significaba el parque más importante que había y sigue habiendo en Providencia, que empieza en la plaza Baquedano y llega hasta donde hoy están las edificaciones que cumplen medio siglo. Prager no fue sólo el genio de uno de los parques más hermosos que ha tenido Santiago (el Parque Japonés de los años ´30 era muy distinto al Parque Balmaceda de hoy), sino que diseñó el Club de Golf Los Leones, la ladera sur del cerro Santa Lucía y parte del Parque Metropolitano. “El Intendente de Santiago, Alberto Mackenna, quien quería embellecer el San Cristóbal lo invitó a participar en un concurso para «decorar la cantera». Prager resultó ganador, según consta en el diario El Mercurio del 3 de marzo de 1926. Si bien no se concretó todo el diseño del Jardín Zoológico, parte de la plantación arbórea que propuso se conserva hoy, como los ceibos y las avenidas de jacarandás”, explica Luz María de la Vega en un artículo de la revista Vivienda y Decoración. Notable es que, a pesar de su profundo conocimiento de las plantas, Prager hizo más que parques. Este alemán es el responsable del Plan Regulador de La Serena y Coquimbo, así como de una infinidad de jardines privados en Santiago. Un artífice de nuestra historia urbana. Como don Fernando Castillo Velasco. Dos grandes. Dos héroes de Santiago y de Chile.