Don Felipe Alessandri, felicitaciones por su victoria y por su nuevo cargo. Tremendo desafío liderar la comuna más icónica de la Región Metropolitana, más aún cuando Carolina Tohá deja la vara alta. Me dirijo a usted para expresarle una sensación que hoy cruza la psiquis de varios de los artistas urbanos que pintan en las paredes de Santiago. Hay preocupación. Hay aprensión. Por lo siguiente. Entre las medidas de Aseo y Ornato de su campaña para ser electo alcalde, usted habla de «Tolerancia cero al graffiti». De hecho, en su sitio web se puede leer lo siguiente: «dictaremos una ordenanza municipal que borrará estos rayados en un plazo máximo de 24 horas y que dispondrá multas ejemplificadoras al que raye la propiedad pública o privada sin autorización y más gravosas aún si hay reincidencia». Señor alcalde, entendemos perfectamente que los tags, los rayados, ensucian las paredes, molestan a los vecinos e incluso estimulan la inseguridad en las calles en la medida en que no son limpiados oportunamente. Es cierto, el rayado es un problema que hay que enfrentar y, de hecho, hay comunas con más recursos que los borran todas las noches para demostrarle a los dueños de esas latas de spray que están perdiendo el tiempo y la plata en ese territorio. Aclarado ese punto, vamos al problema. En la comuna de Santiago se encuentra el barrio más antiguo de la capital: el barrio Yungay. Uno de los grandes atractivos de esta zona, que será parte de su futura administración, es la gran cantidad de murales hechos por artistas urbanos, por grandes del street art santiaguino. Entre otros, hablamos de Henruz, Estoy, Sofrenia, Luna Lee, Yalus, Tikay, Ernesto, Brigada Negotrópica, Tenam, 12 brillos (Hozeh), Cub2, Piguan, Pium e Hipso. Ellos, ellas, son parte de la cultura del grafiti (la real Academia Española habla de grafiti con una sola efe) y hacen arte, verdaderas bellezas en los muros de Santiago. Junto a las antiguas casonas, al suelo de adoquines, a los cités y a los pasajes, los muros pintados del barrio Yungay son un tremendo activo que no sólo no hay que frenar, sino que se debe potenciar. Como admirador del arte urbano y como periodista interesado en ciudad, le confieso que me preocupa, al igual que a los artistas, esta «tolerancia cero al graffiti» de la que habla en su sitio web. Por eso me parece oportuno escribirle para que tome en consideración esta diferencia que parece sutil pero que es muy grande: una cosa es el rayado y otra muy distinta es el mural, una cosa es el tag y otra muy diferente es el grafiti artístico, una cosa es el insolente que sólo quiere ensuciar la ciudad y otra completamente opuesta es el creador que convierte la urbe en un lugar más amable. Le sugiero, con humildad, que desarrolle un listado municipal de artistas urbanos que ya dibujan y crean en Santiago, para que puedan seguir desarrollando su aporte con libertad. Una lista que debiera ir ampiiándose en la medida que más chicas y muchachos dotados con la capacidad de usar la lata o la brocha quieran integrarse a ese grupo. Sepa usted, don Felipe, que la gran mayoría de los murales del barrio Yungay cuentan con permiso y apoyo de los vecinos y que, generalmente, un muro pintado con talento es habitualmente respetado y no recibe tags. Por último, me atrevo a sugerirle la charla TED de Edi Rama, alcalde durante once años de Tirana, la capital de Albania, quien le cambió la vida a los habitantes de esa ciudad llenando las paredes de colores. Don Felipe, futuro alcalde de Santiago, el arte urbano es lo mejor que le puede pasar a una comuna. Por favor, dele tolerancia infinita al street art!