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Basura!

Eric Morales tiene 14 años, estudia en el colegio Eliodoro Matte Ossa de la comuna de San Bernardo y todos los días convive con toneladas de basura que son arrojadas ilegalmente frente a su escuela, desde neumáticos hasta animales faenados. “Mi propuesta para intentar solucionar esto es que las autoridades sancionen a toda la gente que descubran botando basura”, dice en un blog que creó para el ramo de Tecnología. El basural que forma parte del paisaje diario de Eric es uno de los 73 vertederos ilegales de más de una hectárea (además de los 600 micro basurales de menos de una hectárea) que fueron identificados este año en la Región Metropolitana. Se ubican en 12 comunas de la zona norte, sur y poniente de Santiago, principalmente en caleteras de autopistas, riberas de ríos y predios eriazos cerca de poblaciones. Allí, una verdadera mafia de la basura arroja “escombros, muebles, electrodomésticos y también líquidos tóxicos por parte de empresas o particulares, que deciden no pagar el precio de acudir a un relleno sanitario que cumple con normas ambientales” explica José Miguel Arriaza, seremi de Medio Ambiente, al diario La Tercera. Hace unas semanas hice el ejercicio de recorrer la Costanera Sur, desde el Parque Renato Poblete hasta Américo Vespucio. Es decir, parte del vergonzoso tramo que ven los extranjeros que llegan a Chile cuando viajan por la Costanera Norte. En menos de diez minutos fui testigo de dos actos ilegales: primero, desde un triciclo cartonero un hombre arrojaba desechos a metros del río Mapocho; luego, un camión paraba cada 300 metros para que un individuo situado en la parte de atrás botara todo tipo de residuos a la caletera. ¿De dónde viene toda esa basura? “Corresponde a desechos de empresas contratistas. El material es generado en obras pequeñas y medianas, así los contratistas no piden permiso municipal para retirar y depositar donde corresponde dichos escombros. Por lo tanto, no son controlados por la Ley General de Urbanismo. Esto pasa en la mayoría de los municipios. Distinto es el caso de comunas como Las Condes o Vitacura donde no se genera este problema, porque ahí es muy difícil construir sin permiso municipal por la cantidad de fiscalizadores que existe. Para poder construir en esas comunas -y así debería ser en cualquiera parte de Chile- uno tiene que justificar con un contrato de disposición final, el traslado de los escombros, y si no se hace, las sanciones son muy duras”. Las palabras que acaba de leer son del senador Manuel José Ossandón y las escribió en la página web del senado en 2014. Podrá saber poco de política exterior, pero como ex alcalde de Puente Alto sí conoce de esta materia. “Muchos ríos, como el Maipo y parte del Mapocho”, agrega Ossandón, “se están transformando en verdaderos basurales. Nuestra experiencia es que en La Pintana, Pedro Aguirre Cerda, Puente Alto y La Florida, esto opera a través de carretoneros. Y el control del carretón es ultra complicado porque el conductor no tiene licencia de conducir debido a que el municipio y Carabineros están imposibilitados de llevarse el animal, y la única forma de sancionar es requisar el carretón. En la comuna de La Pintana existe un proveedor de más de 200 carretones y 200 caballos -es un tremendo negocio-. Es responsable en gran parte, de la suciedad y desorden que se observa en el área sur de Santiago, y es imposible fiscalizarlo con la ley actual”. Según cifras del Ministerio de Medio Ambiente, el 80% de la basura que llega a estos lugares ilegales viene de la construcción. O sea, es a los inescrupulosos de esta “industria” a los que primero hay que atacar y hacerles sentir el peso de la justicia. ¿Qué tal si copiamos lo que se hace en otros países? “En España a los productores de residuos se les pide una boleta de garantía y, en el caso de que no cumplan con su adecuada disposición, se les multa”, explica Marcel Szanto, investigador de la U. Católica de Valparaíso en el área de residuos. Se necesitan dos para el tango. En este caso, hay baile para la mafia de la basura porque hay clientes dispuestos a pagarles. Esos que, le aseguro, en el almuerzo del domingo se llenan la boca hablando de cuán corruptos son los políticos en Chile.