Desde abajo vemos los defectos, desde arriba nos maravillamos con las virtudes. Santiago es una ciudad extraordinariamente fotogénica cuando se la aprecia desde un ángulo inusual. Esa debe ser una de las razones del gigantesco interés que han despertado en redes sociales las fotos de Guy Wenborne y Marco Mendizábal para el libro “Santiago desde el aire”. Como se trata de un proyecto acogido a Ley de Donaciones Culturales, es decir el libro no se vende, el sabor de lo inaccesible le ha agregado una dosis extra de sex appeal al asunto. Basta ver las imágenes publicadas en el sitio web de Plataforma Urbana o en el Instagram de Santiagoadicto para confirmar la demanda por este material de alta calidad visual. “Sólo desde este punto de vista severamente alzado se puede fundamentar el verso de Neruda: Pampas Planetarias. Lo planetario tiene como condición sine qua non la distancia del observador” dice Roberto Merino en una de las extensas y horizontales 180 páginas de la publicación. El escritor es uno de los cuatro colaboradores junto a Pablo Allard, Marcial Echeñique y Francisco Brugnoli. No hay duda, con esos nombres la calidad de los textos está garantizada. Ni qué decir del formato y el diseño: un lujo. Pero son las fotos, especialmente las aéreas de Guy Wenborne, esas que requirieron 80 horas de vuelo, las que emocionan, impactan, ponen la piel de gallina y producen una inmediata admiración por Santiago. Ya sea la captura del Cerro Renca notablemente verde, la elegante belleza del Museo de Bellas Artes y el MAC entre la vegetación del Parque Forestal, el largo y angosto río Mapocho, la Torre Entel en pleno año nuevo o las fantásticas tomas de la cordillera y los cerros isla, lo cierto es que entre las 130 imágenes de Wenborne y en las 38 de Mendizábal se logra “reconocer la historia de la ciudad y sus contrastes para entregarnos una visión inevitablemente seductor”, explica Francisco Brugnoli. El libro podría haberse llamado “Manual para subir la autoestima del santiaguino”, pues eso es justamente lo que logra esta fantástica publicación: volver a mirar la ciudad, esta vez desde arriba, con orgullo, con cariño, incluso con algo de soberbia. ¡Porque pucha qué es lindo Santiago!