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Rebeca Matte, la pionera del arte en Chile

La maestría de Rebeca Matte está frente a nuestras narices. Cada vez que pasamos frente al Museo de Bellas Artes, cada vez que transitamos por la Alameda a la altura del barrio Dieciocho, podríamos sumar la belleza de la contemplación al contexto que dan los datos. Lamentablemente, la falta de información hace que no nos demos cuenta y no valoremos lo que vemos. Si es que lo vemos. Partamos con una presentación mínimamente biográfica. Rebeca Matte Bello (1875-1929) fue la primera escultora en la historia de Chile. Pero su gracia no está sólo en haber sido una pionera, sino que al mismo tiempo es una de las grandes artistas de todos los tiempos de este país: fue nombrada profesora de la Academia de Bellas Artes de Florencia, Italia, cargo que nunca antes había sido otorgado a un extranjero y menos a una mujer. Bisnieta de Andrés Bello, fue la única hija del político y ministro del estado chileno, Augusto Matte Pérez y de Rebeca Bello Reyes. Ahora sí, volvamos a su obra. Justo en la entrada del Museo de Bellas Artes está instalada desde 1930 esa escultura tan dramática como hermosa. “Ícaro y Dédalo” se llama y tiene escrita la frase “Unidos en la gloria y en la muerte”. No sólo se trata de una obra de una belleza sobrecogedora, sino que muestra el vanguardismo de su autora. Si bien esta escultura de bronce representa un tema mitológico, lo hace a través de técnicas renovadas para la época: Rebeca Matte se alejó de lo ortodoxo y en cambio se inspiró en la escuela francesa y en la gran influencia vanguardista que tuvo Rodin. A pocas cuadras de ahí, en pleno bandejón central de la Alameda, está su monumento a los Héroes de la Concepción, encargado por el gobierno en 1920. Para una importante cantidad de críticos de arte, se trata de una de las esculturas más importantes de Santiago. Otra de sus joyas está en un lugar mucho menos público. En pleno hall del Club de la Unión se puede apreciar el enorme trabajo en mármol que significó hacer “Ulises y Calipso” en 1925. Más fácil es ver el trabajo de Rebeca Matte en el Cementerio General. Vaya, pasee y descubra sus obras “Mi hija” y “Dolor”, ambas en mármol, donde se siente toda la emoción de una mujer que ha enfrentado varias tragedias: la demencia de la madre, la muerte del padre y el fallecimiento prematuro de la hija. Si bien esta tremenda creadora murió joven, a los 53 años, y hace más de ocho décadas, su legado tangible la mantiene incólume y eterna.