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¿Quién es el artista que le quiere donar 238 esculturas a Santiago?

Es raro que el nombre de un escultor chileno aparezca en las páginas principales de los diarios, en los noticieros y en la radio. Más extraño aún es que este año 2015 haya pasado dos veces con Mario Irarrázabal, uno de los grandes artistas del país. Ocurrió cuando Chile le ganó a Uruguay en la última Copa América y se dio esa polémica por “el dedo de Jara”. De inmediato, los uruguayos se dirigieron a la playa de Punta del Este y, cual acto de venganza, pintaron de celeste (el color patrio) los dedos de “La mano” que Irarrázabal levantó en ese lugar en 1981. Y ocurrió de nuevo, a propósito del Museo Humano, un proyecto para que el escultor le done 238 esculturas a Santiago y que debieran ser ubicadas en la Plaza San Borja. Como algunos vecinos de ese sector rechazan la idea, la discusión entre estos y la Municipalidad de Santiago ha implicado que se haga más transversal el nombre de Mario Irarrázabal. Pero, ¿quién es este grande de la escultura, autor de fantásticas obras que se pueden ver a lo largo de Santiago y en algunas partes de Chile y el mundo? Nacido en Santiago hace 74 años, estuvo muy cerca de ser cura. De hecho, estudió en el Seminario de la Congregación de la Santa Cruz y la U. de Notre Dame en EE.UU, donde obtuvo los títulos de Bachiller en Filosofía y Master en Arte. Luego fue a Italia para continuar con sus estudios de Teología en la U. Gregoriana de Roma. Más tarde, entre 1967 y 1968, estudió en Alemania Occidental con el escultor Waldemar Otto, quien marcó sus comienzos en ese arte. En 1969 volvió a Chile y, luego de terminar sus estudios de Teología en la U. Católica, decidió no ser cura. “No quise ordenarme, para no ser parte de la estructura clerical de poder”, explica en la biografía de su sitio web. Una vida sorprendente es la de Irarrázabal, especialmente cuando uno se entera de lo sucedido en 1974. El gobierno militar lo acusó de ser contrabandista de armas y de estar al servicio de Moscú, razón por la cual fue apresado por agentes la DINA y llevado a la Casa de Tortura de Londres 38. Esa experiencia, sumada a su eterna conexión con Dios, explican parte importante de su obra. “Busco decir algo sobre el sentido de la vida y la muerte, el odio y el sufrimiento, la entrega a los demás: el amor. Para esto no hay lenguaje más apropiado que el del arte”, dice Irarrázabal, autor de una obra prolífica. Una que seguramente usted ha visto en la esquina de Alameda con República, en la calle El Bosque de la comuna de Las Condes, en el Campus San Joaquín de la UC o el campus de la U. de Talca, frente al Congreso de Valparaíso, en la Clínica Alemana, en el Puente Padre Letelier de Providencia, en el Cementerio General, en el kilómetro 1300 de la Panamericana Norte o en las calles de Madrid y Venecia. Mario Irarrázabal es un artista con mayúsculas. Y de una generosidad abismante. Esperemos que sus más de 200 esculturas puedan ser finalmente regaladas a Santiago. En un lugar que se lo merezca, claro está.

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Distintos apodos ha recibido la escultura de Mario Irarrázabal que ya lleva 35 años en la UC, pero su nombre real es Grupo Humano. Se trata de una escultura en hormigón y terracota teñido que en un principio iba a ser emplazada en Viña del Mar, pero que finalmente el artista decidió donar a la universidad. Instalada frente al edificio de la Escuela de Ingeniería, la escultura resume la preocupación del artista por la relación de poder dentro de las personas y la pérdida de la identidad de éstas. Se trata de un encuentro entre individuos pero, como un niño si mira hacia arriba, nos hace sentir mínimos. Fuente: Patrimonio Artístico . . . #ArteYPatrimonioUC #arte #escultura #MarioIrarrázabal #Chile #UniversidadCatólica #Campus

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