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Las increíbles y desconocidas puertas del Congreso

Es unánime. El Edificio del Congreso de Valparaíso produce rechazo estético. Ni siquiera los años lo han ayudado. Era feo y es feo. Algo no tan difícil de entender si consideramos que nuestros arquitectos también vivieron en la oscuridad creativa y el aislamiento cultural de Chile en los años ochenta.
Pero hay una excepción. Se trata de las puertas del Congreso. Digámoslo por su nombre: son ocho joyas, ocho hermosas esculturas que usan la puerta como excusa. Creadas especialmente para la sede del poder legislativo, son el resultado del trabajo artístico de cuatro grandes de nuestro país. Ellos son Francisco Gazitúa, Osvaldo Peña, Ximena Rodríguez y Félix Maruenda.
Este último, un talento de la escultura que murió hace once años, es el responsable de las dos puertas más importantes: la del acceso principal y la del Congreso Pleno. Ambas son maravillosas en términos plásticos y, al mismo tiempo, poseen un profundo mensaje. Una se llama “La Semilla” y, la otra, “La gente mira”.
“Mi intención profunda es decirles a los parlamentarios, ‘señores, nosotros estamos mirando lo bien que hacen el trabajo. Queremos estar presentes en este dejo crucial de nuestras vidas, cuando se deposite esa simiente que nos hará tener una sociedad de justos, buenos y limpios. La gente mira. Nosotros miramos. No dejen pasar la oportunidad de ser eficaces. El trabajo que vosotros hacéis es el que nosotros honestamente os encomendamos. Cumplan. La gente mira’”, explica Félix Maruenda en un texto que escribió a propósito de esta obra.
Sigamos con las puertas de Francisco Gazitúa, uno de los escultores chilenos vivos más importantes. Él estuvo a cargo de la puerta del Congreso de Diputados, para lo cual usó acero forjado y granito. ¿El resultado? Una belleza de cinco por tres metros.
En el acceso lateral y principal de la Sala de Sesiones de la Cámara de Diputados están las puertas creadas por Osvaldo Peña. Son de pino oregón y lo que se aprecia es una mano abierta, como símbolo iniciador de la cultura. “El empleo de la mano como símbolo tiene varias lecturas que se unen entre sí. La mano del ser de la prehistoria que, con la mano como órgano esencial en su desarrollo, se convirtió en hombre. Pues, con ésta puso tomar, levantar y usar instrumentos de piedra. La mano se convierte así en un órgano iniciador de la cultura y la humanización”, explica Peña.

Finalmente, en la Sala de Sesiones del Senado, se encuentran dos puertas de raulí realizadas por la escultora Ximena Rodríguez, denominadas, al igual que una de las puertas de Maruenda, “La Semilla”.