articles-256728_thumbnail
articles-256728_thumbnail

La chilena que enamoró al padre del Surrealismo

No sólo fue uno de los grandes amores de André Breton. La viñamarina Elisa Bindhoff fue la tercera esposa del padre del surrealismo y su viuda hasta la eternidad. Hoy ella tendía 107 años, pero no alcanzó a vivir tanto: murió en París en 2000. Casada en primeras nupcias con Benjamín Claro Velasco, ministro en varios gobiernos de Chile, tuvieron una hija, Ximena Claro Bindhoff, que murió ahogada en una piscina a los 17 años. Devastada, errante, con la mirada perdida por la pena, así la vio por primera vez André Breton en un café de Nueva York. Corría 1943, el hombre que fundó el surrealismo fue flechado por esta mujer de apariencia pálida, dueña de una elegancia que no requería esfuerzo y, dos años después, ya estaban casados. Dicen que él se enamoró de sus ojos y ella de su cabeza. La de un genio, claro. Se fueron a vivir a París, Elisa comenzó a incorporarse al océano estético y filosófico por el que su marido navegaba con facilidad y hasta se convirtió en colaboradora de de una revista. Pero más que lo que Elisa hizo por sí sola, es lo que motivó a hacer a Breton. «Cuando el destino te trajo a mi encuentro yo me encontraba bajo la más enorme sombra. Comprendí apenas te vi aparecer, apenas oí tus primeras palabras que en cierto curso desesperado, vertiginoso e incontenible de pensamientos en el cual la máquina mental está tan fuertemente wound up que se sale de sus soportes, yo debo haber tocado uno de esos polos que permanecen generalmente fuera de alcance, activado por el azar, esa campana oculta que hace sonar su extraordinaria alarma por ayuda», le escribió a su musa chilena en “Arcano 17”, libro publicado en Nueva York en 1945 con ilustraciones del también chileno y también surrealista, Roberto Matta. Fue el mismo año en que se casaron e, inmediatamente, se fueron de viaje por las tierras indígenas de Norteamérica. Breton amalgamó en este texto amor, guerra y resurrección. Y pudo “consagrar a su amor todo lo que le rodeaba, como parte de los principios surrealistas de querer la libertad y al individuo como a la vida misma”, decía El Mercurio en una nota de 2001, año en que recién fue publicado “Arcano 17” en español en nuestro país. Bastante tarde considerando la importancia en la historia moderna de este pensador y su, para muchos desconocida, conexión con Chile.