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Estos gigantes del arte mundial tienen obras públicas en Santiago

Jesús Rafael Soto

El venezolano Jesús Rafael Soto (1923-2005) fue uno de los grandes del arte cinético en el mundo. Con sus «Penetrables», instalaciones de varillas de color que cuelgan y hacen que el espectador se sumerja en un mundo de movimiento, llegó a Chile hace quince años. Fue cuando se inauguró el Museo Interactivo Mirador, donde aún permanece su lúdico trabajo. Una segunda obra de Soto se ubica en el lobby de la galería de arte del Centro de las Artes 660. Se llama «1/4 de Esfera Negra», es de 1992, está hecho de aluminio y pintura industrial, y mide 84 x 410 cm. Y una tercera obra de este artista se ubica a pocos metros de ahí, en el hall del edificio corporativo de Corpbanca. Se llama “Mural Buenaño”, es de 1989, de acrílico sobre madera y mide 252 x 501 x 21 cm.

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Roa

En el Museo a Cielo Abierto de San Miguel hay un mural de un caballo. Fue realizado por uno de los artistas urbanos más famosos a nivel global. Se trata del belga Roa, quien se especializa en pintar animales sobre los muros de ciudades en varios continentes. Su lucha es por el respeto y la defensa del medio, por frenar depredación animal y humana. “Horse”, así se llama la obra, permite “apreciar de inmediato la expresión de terror en su gesto y en el ojo: la pintura que chorrea no es un simple descuido de oficio, ni tampoco el fondo sin aplicación de algún color. Se busca precisamente eso, impactar en el propio medio”, explica el sitio web de este gran museo al aire libre.

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Botero

¿Quién no la ha visto? La escultura del colombiano Fernando Botero frente al MAC de Parque Forestal está ahí desde fines de la década noventa. Fue una donación del famoso artista latinoamericano a Santiago como parte de una exposición retrospectiva que se hizo en el Museo de Bellas Artes y en cuyo frontis se instaló originalmente. Luego se llevó hacia el otro lado, frente al MAC. Se llama “El Caballo” y es de bronce.

Juan O´Gorman

Juan O´Gorman (1905 – 1982) es para muchos el último representante de la estirpe de los grandes muralistas mexicanos que florecieron en la primera mitad del siglo XX. Fue, además, quien inauguró la arquitectura moderna en México con la casa-estudio de Palmas 81, que seguía las ideas de Le Corbusier. Pues bien, este gigante del arte azteca es el responsable del diseño del enorme mural de piedra de la Piscina Tupahue que se ubica en el Cerro San Cristóbal. Con 28 metros de alto y 7 de alto, fue inaugurado junto con la piscina, en 1966. O´Gorman “plasmó una alegoría de la hermandad entre ambos países: en el centro se ve un abrazo entre Cuauhtémoc y Caupolicán y al lado de cada uno, símbolos representativos de México (un puma, un águila, maíz) y Chile (un guanaco, un cóndor y una vid)”, cuenta el periodista Darío Zambra en el diario La Tercera. La ejecución del mural estuvo a cargo de la artista María Martner, hermana del arquitecto Carlos Martner, quien es el autor de las piscinas Tupahue y Antilén.

 

Alexander Calder

El Comité Internacional de Solidaridad Artística con Chile (Cisac), formado por intelectuales y artistas de todas partes del mundo que estaban comprometidos con el proceso político chileno, y que presidía el crítico de arte brasileño Mario Pedrosa, logró que entre 1970 y 1973 grandes del arte donaran sus obras. Desde Eduardo Chillida hasta Joan Miró o Victor Vasarely. El estadounidense Alexander Calder (1898-1976), gigante de la escultura y famoso por sus móviles, considerado uno de los artistas más innovadores del siglo XX, no fue la excepción. Su aporte a nuestro país se puede apreciar en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, en calle República 475, ya que forma parte de la colección permanente.

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