A menos de ocho kilómetros del centro de Viña del Mar, hay un lugar que deja boquiabierto a quien lo visita por primera vez. Se trata del Jardín Botánico Nacional. En total, casi 400 hectáreas de bosque esclerófilo y cerros de matorral. Y, en medio de todo eso, un parque de 22 hectáreas que se puede visitar y recorrer, que fue diseñado en 1918 por el ingeniero paisajista George Dubois, el mismo experto francés que fue responsable de crear el Parque Forestal. Apenas uno llega a la laguna del parque, queda claro el buen gusto, la elegancia y la belleza extrema que resultó del conocimiento de Dubois y de la inversión del dueño de este terreno, Pascual Baburizza, quien hizo su fortuna con el salitre. Años después, al donar el fundo “El Olivar” -donde se construyó el parque- a la Compañía de Salitre y Yodo (actual Soquimich), el filántropo Baburizza puso como condición que siempre fuese un campo de experimentación agrícola. En 1951, al pasar a manos del Estado, éste se comprometió a crear un jardín botánico nacional. Hoy existen allí más de 900 especies de plantas, entre las cuales hay algunas en peligro de extinción, que corresponden a Isla de Pascua y Juan Fernández. Están a punto de inaugurar un bosque valdiviano, tienen un cactario gigante, hay zonas de pic nic frío y para asados, y se trata de un gran panorama familiar para hacer cualquier día de la semana, pues está abierto todo el año. Créame, se va a asombrar.
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