Lo había visto de lejos, de cerca y sabía algo de su historia. Pero jamás había entrado al edificio de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina). A fines del año pasado tuve la posibilidad de recorrerlo y confieso que me emocioné, me impresioné, quedé treinta veces con la boca abierta y supe en ese mismo momento que estaba viendo el edificio más hermoso e importante de todas las obras modernas que hay en Santiago. Y, probablemente, en Chile. A cincuenta años del inicio de su construcción, que duró entre 1962 y 1966, esta columna intenta ser un pequeño homenaje a ese “hito de la arquitectura moderna latinoamericana y uno de los principales referentes de este movimiento a nivel mundial”, como lo describe el sitio Plataforma Arquitectura. Fíjense en este dato: se hizo un concurso para decidir el arquitecto con un jurado de nivel internacional, y fueron Wallace K. Harrison, constructor del Rockefeller Center, y Phillip Johnson, arquitecto del MoMA, los que eligieron finalmente al ganador.
El proyecto quedó en las manos de Emilio Duhart, premio nacional de Arquitectura 1977 y coautor del nuevo Aeropuerto de Santiago, la planta Carozzi, la iglesia del Verbo Divino y la Alianza Francesa. Tanto él como su equipo (que incluía a Christian de Groote) se inspiraron en Le Corbusier pero, al mismo tiempo, lograron generar una obra única, pionera en el uso de hormigón a la vista y adelantada en cuanto al contacto con la naturaleza. Tanto la cordillera como el río Mapocho, que hasta la construcción del Parque Bicentenario corría pegado al edificio, son parte de la esencia este proyecto. Así como también la historia de América Latina que está contada a través de “dibujos en el hormigón creados por el propio Duhart, una señal muy americanista”, explica Jeannette Plaut, autora junto a Marcelo Sarovic de un maravilloso libro para celebrar el medio siglo de la CEPAL. Ubicado en Dag Hammarskjöld 3477, una pequeñísima calle que se desprende de la Avenida Bicentenario, este edificio de casi 12 mil metros cuadrados tiene un solo defecto: no se puede visitar de manera individual. Pero no todas las noticias son malas, pues hay una excepción que debiera aprovecha cualquier amante de la arquitectura y la estética. Se trata de la biblioteca, que está abierta a público de lunes a jueves (9:00 a 18:00) y el viernes (09:00 a 14:00). Eso permite conocer el hermoso jardín y la laguna, donde transitan libremente pavos reales y otras aves, así como parte del edificio. Vaya y prepárese para presenciar un edificio sin precedentes en la historia de nuestra capital.
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