antezana 6
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La noche en que Santiago fue la ciudad más linda del mundo

Hace poco más de tres años, entre la noche del 12 y la madrugada de 13 de junio de 2014, el astrofotógrafo Roberto Antezana desafió el frío, la oscuridad y la altura. Subió a la cima del cerro Manquehue, armó una carpa y fotografió durante muchas horas seguidas un espectáculo impresionante. A continuación, algunas de sus imágenes y la historia contada por su propio protagonista. Gracias Roberto, ¡eres un héroe santiaguino!

“La historia comenzó hace unos 20 años con la ansiada idea de subir el Manquehue después de una gran nevada y que justo despejara al atardecer para quedar toda la noche despejado sin que se nublara nuevamente. Además, que coincidiera con la luna llena. Esto lo hacía difícil pero no imposible, ya que se da una oportunidad cada 2 años.
Comenzando la década de los 90, se iba presentando la difícil coincidencia que se veía frustrada siempre por un pero o por un compromiso o porque estaba fuera de Santiago. A fines del 2000 lo tuve cerca, pero justo un par de gripes echaron por tierra el proyecto.
En 2012 tuve la mejor posibilidad, todo estaba dado, partí a las 22 horas a «matar el chuncho», no había ni un pero…… pero vino la sorpresa, lo inesperado. El guardia me prohibió el ingreso, estuve media hora rogándole y nunca me dejó pasar…. fue unas de las peores frustraciones.
Tardó dos años más y llegó el momento del premio, de convertirlo en realidad. La noche del 13 de junio de 2014 fue muy similar a la del 2012 y bastó con llegar antes de las 20 horas, porque después cierran la barrera.
Una felicidad fue pasar la barrera a las 19:45 horas y llegar al estacionamiento. No había nadie y ningún auto donde todos los días hay. El frio era intenso y el pavimento estaba congelado, con la impresionante vista al Manquehue iluminado por la luna llena. Ya esto era mágico y me inspiré tomando fotos, me tomé todo el tiempo, lo tenía de sobra y sabía que la noche iba ser muy larga. Tomé muchas fotos en el estacionamiento usando trípode. Luego me puse la ropa de alta montaña y zapatos para la nieve.
Es hora de partir. Son las 22 horas y llega una patrulla de carabineros, me obligan a bajar porque el camino está con hielo…. no lo podía creer… pasaron momentos de silencio e impotencia…no puede ser …vuelven a decirme que baje…. no podía decirles mi idea de subir y bajar al día siguiente porque eso era para que me llevaran poco menos que preso…. así que me nació la corazonada y les dije: “por favor bájense y miren el espectáculo”. Se bajaron y quedaron impactados con la visión, les supliqué, les dije que estaba haciendo un trabajo de astronomía y me iba a demorar. Me respondieron “muy bien, pero terminado el trabajo baje con cuidado por el hielo” y se fueron. No pasaron unos segundos y escapé a toda velocidad cerro adentro, cosa que no hubiera otro improvisto…. desde aquí comenzó la subida, todo era mágico entre arboles recién nevados bajo la luz de la luna y estrellas titilantes. Un paraíso vivía. Mientras subía, iba sacando fotos en toda la ruta hasta la cima. Cada fotografía implicaba sacar el trípode, estirar las patas que estaban pegadas por el hielo, instalarlo en la nieve blanda donde tenía que esperar minutos para nivelarlo ya que el trípode seguía hundiéndose en la nieve. Todo esto se hacía por cada foto, tomé unas 450 en total, lo que me hizo llegar a la cumbre a las 2 am con cerca de 9 grados bajo cero en la noche más helada del 2014.
Vivía una experiencia impactante, como de otro mundo, tanto que continué fotografiándolo todo y a las 4 am recién armé la carpa, pero la adrenalina era a full. Seguí haciendo fotografía enterrado en la nieve con trípode y todo, no di tregua, este premio hay que disfrutarlo a concho. Un campo de nubes altas hace cambiar la luz del entorno, pero a las 5 am vuelve a salir ya por el oeste la luna alumbrando toda la cordillera, sale viento frio, se hace sentir, pero la felicidad no le permite entrar a mi mente.
Tipo 6:30 am comienzan unos claros de luz de amanecer hacia el cerro Altar y El Plomo con el imponente lucero arriba que es Venus. La carpa me espera, pero sigo… no puedo perderme la danza de los colores matutinos en las montañas y el cielo. Así aclara, pero viene la luz del sol alumbrando la Cordillera de la Costa. Finalmente, cuando el sol alumbra a Santiago, me voy a la carpa a dormir una media hora para volver a fotografiar toda la mañana con la luz del sol, otro espectáculo divino seguía viviendo.
Fue un momento mágico tan cerca de la ciudad, algo que quedará para siempre plasmado en mi alma”.